El carácter guasón y a veces un poco «verde» de los españoles no se puede poner en discusión, porque realmente existe. Quizá se deba al carácter abierto que nos caracteriza, al humor que más gracia nos hace siempre tirando hacia el lado erótico de las cosas, el buen clima que hace que vayamos con ropa más ligera y enseñemos más los cuerpo durante gran parte del año… Sea por lo que sea, nos gusta lo guarro, lo sensual, todo lo que tenga que ver con el lado carnal de cualquier asunto, y no parece que eso haya cambiado a pesar de que todo se esté globalizando y queramos tender a hacer una sociedad con identidad común.
Sin embargo, en lo que respecta a nuestra industria cinematográfica, hay que decir que no es un género, el de adultos, que se haya desarrollado de forma muy efectiva, a pesar de nuestro carácter socarrón. Tuvimos una época del «destape», cuando ya muchos países de Europa habían iniciado una verdadera carrera en la películas porno, haciendo de la pornografía un género con muchas posibilidades para explorar. España iba a la retaguardia de todo esto, y sólo necesitábamos abrirnos un poco más a nuestros vecinos del continente para poder desarrollarnos en el cine para adultos, pero… parece que todo quedó ahí. En la actualidad, las webs porno son un triunfo en nuestro país, reciben millones de visitas al día de un montón de cibernautas españoles, y sin embargo gran parte de ese porno que consumimos es extranjero, sin que nuestra industria haya acabado de despegar.
Y no es que no haya directores, productores ni buenos actores en nuestro país, nada de eso. Es simplemente que este género como industria no termina de arrancar y, claro, los que se ganan la vida con ello, no tienen más remedio que irse a otros países. Destacan algunos intentos de arrancar el porno amateur, con los canales de webcams xxx y sexo online, un sector que exige poca financiación a priori y que suele dar muchos más beneficios que gastos. Pero por supuesto no puede considerarse cine para adultos, ni con su calidad, ni su alcance, ni su puesta en escena, es impensable. Aunque da que pensar que con semejante potencial no seamos capaces de dar salida a una industria de cine porno en condiciones.
Para colmo de males, la pornografía está en una fase en la que se están experimentando muchos cambios, ya que hay gente nueva en el sector que piensa que hay que acabar con muchos mitos que la persiguen. Por ejemplo, hay quien se rebela contra el dicho de que el porno es algo creado por y para hombres, que da una imagen de la mujer bastante pobre y sumisa, y que la considera sólo un medio para conseguir el placer que busca en el sexo. Por eso, las mejores películas para explorar la sexualidad femenina son de reciente manufactura, muchas de ellas dirigidas por mujeres, aunque no puedan encajarse directamente en el género pornográfico, aunque definitivamente sí que es cine para adultos.
¿Y todo esto pasa en España? Pues, por desgracia, parece que por fin nos hemos dado por vencidos y no nos lanzamos al cine porno. Sí que hay producciones con fuerte carga erótica, y otras en las que no se apuran por mostrar cuerpos desnudos e incluso escenas fuerte de sexo explícito, pero, según dicen, siempre justificadas pro el guión. Como sea, no acabamos de hacer del cine para adultos un género aparte que se acerque ni de lejos al de otros países vecinos, mucho menos a la gran industria del porno de Estados Unidos. Pero de todas formas, nunca hay que perder las esperanzas.